Los principios que se practican en los Andes centrales son idénticos al sintoísmo japones. Entre muchas otras virtudes invoca la purificación
de la mente y del corazón para acceder a las bendiciones y a la felicidad. Esta
purificación incluye admirar los dones de la naturaleza, como por ejemplo, la
salida del Sol, o también cultivar la bondad entre los hombres.
La clave para
vivir una espiritualidad plena es intentar poner en práctica la sinceridad (No
Mentir) en sus cinco aspectos:
1.
La sinceridad de la oración, que es la parte más importante y que debe
ser diaria y para todos.
2.
La sinceridad de la piedad filial, que implica respeto a los padres y a
los antepasados.
3.
La sinceridad en el servicio, que alude a la compasión que debe haber
entre unos y otros.
4. La sinceridad en el agradecimiento, porque hay que agradecer a la
naturaleza cada día de vida que nos regala. Aún a pesar de la desgracia, hay
que ser agradecido.
5.
La sinceridad en la auto-reflexión, que requiere admitir los errores de
uno mismo y pedir perdón.
No se debe temer un castigo; esta noción no
existe. Este pensamiento cree que todas las vidas son sagradas, por lo que debemos
luchar por una coexistencia mutua, apoyada por todos, ya que el espíritu divino
de sinceridad, agradecimiento y felicidad puede florecer en cada uno de nosotros.
El camino que conduce hacia los dioses, o sea, hacia el estado ideal, individual y social, el camino de la virtud, es el camino de la obediencia a las reglas comunes.
Todas las culturas: maya, azteca, hopi, afirman que razas de humanos fueron destruidas por no obedecer a las reglas sagradas, las normas comunes que hacen posible la convivencia fructífera.
Ver:
http://mitosdelorigen.blogspot.com/
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